Transito tiene 100 años y parece conocer todas las leyes de la vejez. Esta mujer de pelo largo y blanco susurra cada palabra al repasar una vida donde el dolor familiar la emboscó en seis oportunidades. Recuerda que nació el 31 de diciembre de 1917, el mismo día que un fuerte terremoto causó pánico y destrucción en Bogotá. En el Cauca, en el “Corazón del Macizo Colombiano” como es conocido Almaguer nació Transito. Allí vivió hasta sus once años donde dedico toda su niñez al trabajo en el campo. Sabía que su destino estaba escrito en tierras lejanas a las que decidió emigrar siendo aún una niña. La vereda San Lorenzo en el Alto del Obispo Municipio de San Agustín (Huila) se convirtió en su nuevo hogar. Se dedico a la siembra en tierras ajenas pues la pobreza siempre había fue su fiel compañera; mientras trascurrían sus días viviendo en un ranchito de paja, un destello de amor le atravesó el corazón. Siete hijos dieron a luz con su gran amor Froilán Ijaji, se convirtió en partera de sus propios hijos y ayudo a traer a este mundo a otros tantos, pero una guerra sin sentido que aun a sus 100 años no logra entender por qué, la sacudió sin aviso. Su esposo fue vilmente asesinado a manos de un grupo al margen de la ley, otra víctima más de una violencia que no distingue raza, color ni estrato social; para Transito fue una pérdida irreparable de la que tuvo que sobreponerse sorteando la bruma del sufrimiento.
Pensó en huir en busca de otros aires, pero solo conocía el oficio de la siembra y para ese entonces ya sus raíces estaban en San Agustín. “36 años llevo de viuda, me lo mato la guerrilla, él estaba trabajando cuando me lo mataron. Yo donde me dejo mi marido ahí vivo, tuve siete hijos, yo peleé para que me lo pagaran, pero hasta la fecha nada. Yo lo he respetado siempre”, dice Transito, una de los 10 participantes por el Municipio de San Agustín en el XVIII Encuentro Departamental Recreativo y Cultural de Persona Mayor “Nuevo Comienzo-Otro Motivo para Vivir” que se llevó a cabo en el municipio verde del Huila. Muchos los llaman abuelas o abuelos por puro cariño, pero la Organización Mundial de la Salud recomiendan llamarlos “Adultos Mayores o Personas Mayores”, que es como se debe denominar a quienes han cruzado la marca de los sesenta años. A este programa que desarrolla la Gobernación del Huila a través del INDERHUILA hace más de 17 años en los 37 municipios de departamento muchos han llegado por su propia voluntad, movidos por la esperanza de seguir viviendo una vejez digna y alegre.
Con el paso del tiempo, las zancadillas que generan las adversidades parecieron ensañarse con Transito. Rompiendo las leyes que los hijos deben enterrar a sus padres debió asistir a la muerte de cinco de ellos, que se fueron jóvenes, cuatro a manos de la guerrilla y una a manos de su pareja sentimental. Cada recuerdo deja rastros de lágrimas en sus ojos. A pesar de su centenaria vida, mantiene la lucidez y la libertad de sus movimientos. Sólo se ve afectada por la disminución auditiva propia de la edad. Cuenta que le gusta caminar, bailar, ver noticias y nunca ha tenido enemigos. Vive en una “finquita” como la llama junto a su nieto Carlos: “Mis hijos se casaron y se fueron y yo quede con un nieto, él es mi hijo, Ay Dios, él es una belleza conmigo” asienta con su cabeza mientras trata de ocultar sus ojos llenos de nostalgia. En ese lugar de cuatro paredes guarda sus grandes tesoros, Dos o tres fotografías, la imagen de la Virgen y sus más hermosos recuerdos de aquellos años en donde fue tan feliz junto a su familia.
Alrededor de doña Transito se mueve el grupo de adultos mayores de San Agustín: artesanos, músicos, bailarinas, poetas, entre otros, conformado por 200 personas mayores que semanalmente se reúnen para compartir y crear lazos de amistad que hacen más llevaderos sus años y días de soledad. En sus manos sostiene una taza de café que su coordinador de programa le trae mientras ella relata parte de su historia o lo que recuerda con precisión. Su mirada refleja el cansancio de los años, aunque ella asegura no conocer esa palabra gracias a su alimentación: “Me gusta comer maíz, calabaza, leche, ahuyama, papa cidra, es lo que mi cuerpo recibe y me cae bien gracias a Dios y pues a mí no me duele nada, mi salud es buena”; asegura doña transito mientras sonríe; que le gusta comer, tanto como añora sus novelas.A pocos centímetros, junto a ella como si fuera su fiel escudero, está sentado Oscar, el delegado por coordinador del programa en San Agustín para este encuentro. El trata de orientarla para que ella no se intimide con la grabación. A unos cuantos metros está el polideportivo del Hotel Campestre Los Gabrieles a reventar con más de 300 adultos mayores de 31 municipios del departamento que esperaban con ansias clausurar el evento y saber si su nombre estaba en la lista de los 12 seleccionados que en octubre viajaran a Tumaco (Nariño) a representar al Huila en el XIX Encuentro Nacional Recreativo y Cultural de Persona Mayor “Nuevo Comienzo-Otro Motivo para Vivir”.Transito cuenta que su paso por este programa ha sido una experiencia maravillosa: “A mí me tratan muy bien, yo llegue a este programa en mi municipio porque un amigo me llamo y me dijo que nos hiciéramos anotar. Pues yo estoy contenta, si estoy gozando gracias al señor, me han tratado bien, me llevan, me traen, me quieren mucho gracias a Dios y ahora que estamos en este evento hemos estado muy contestos y felices porque nos han atendido muy bien”.
De los más de 300 adultos mayores que participaron en este encuentro son muy pocos los que tienen problemas para caminar por si solos; la gran mayoría tienen control sobre sus movimientos y eso se nota cada vez que escuchaban una canción y las sillas del recinto quedaban vacías. Conservan en su alma un espíritu alegra que cualquier joven quisiera poseer. Quienes los acompañan saben que el trabajo con los músculos es una labor tan importante como la de mantener arriba el ánimo: cuando el entusiasmo se apaga, el organismo empieza a desconectarse por partes. Importante como moverse es ejercitar la memoria, por eso se proponen actividades que ayuden al desarrollo mental y destrezas manuales.Un día en la vida de transito transcurre en medio de una cuenta regresiva por la que le pide a Dios sea más larga: “Me levanto a las seis y mi nieto ya me tiene desayunito y nos vamos a trabajar, a veces cocino a trabajadores si los tenemos, sino me toca trabajar la tierra, a las 9 de la noche me voy acostando pero si estoy en una fiesta a la madrugada”, agrega esta abuela longeva quien en medio de carcajadas, manifiesta que se preparar para celebrar sus 101 años de vida mientras continua disfrutándose la vida aceptando con serenidad los designios de la vejez.